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Notas & Reportajes: Volver la mirada

Volver la mirada. El destacado fotógrafo fue docente de la UNRC en 1974 y regresa casi 40 años después, proyectando para agosto de 2014 una exposición de su monumental trabajo Vivir en la tierra.

Por Ricardo Sánchez

 

Andy Goldstein fue como una estrella fugaz en la prehistoria de la UNRC. Su nombre sólo quedó enmarcado en la memoria de quienes imaginaban, en 1974, una carrera dedicada al análisis y la realización de los diferentes procesos de la comunicación.

Fotógrafo profesional, había venido de Buenos Aires esquivando la tentación de los criterios meramente esteticistas que amenazaban el desarrollo de su profesión, según declaraba en una entrevista de la revista Puente de ese año.

Cuando estaba desarrollando la cátedra de Fotografía Creativa, la violencia creciente y cada vez menos soterrada, que anunciaba la cruel noche cerrada que sobrevendría dos años después, lo obligó a abandonar el proyecto y la ciudad.

Casi 40 años de aquella partida forzada, cuando el tiempo y su talento lo han ubicado en el exacto punto al que pensaba arribar trabajando entre nosotros, volvió a una ciudad a la que, lógicamente, nota "infinitamente cambiada y muy intensa".

Transformado en un fotógrafo de nota, que llevó adelante aquel proyecto de Fotografía Creativa e impulsó asociaciones de fotógrafos junto a otros nombres reconocibles como Sara Facio y Annemarie Heinrich, trajo buenas noticias.

En agosto, una parte de su monumental trabajo "Vivir en la Tierra", que lo ha transformado en "casi un antropólogo", al decir de Ariel Martínez, su amigo y durante mucho tiempo profesor de la UNRC, se presentará en la Casa de la Cultura. "Desde que, a través de Vicky Las Heras, se ha abierto esa posibilidad, estoy muy entusiasmado, acaso porque es como cerrar una etapa que había quedado abierta y que me había dejado un no muy buen sabor de boca", dice.

Esas palabras, sin embargo, surgen plácidamente porque el decir de Andy (su verdadero nombre, Andrés, ha quedado sepultado por el que le asigna el reconocimiento profesional), se inclina, por lo menos a primera vista, por la mesura y la reflexión.

Método

Si se anticipa como apasionante la posibilidad de conocer sus obras, también lo es charlar con él sobre algunos aspectos de ese oficio que ha ejercido y ejerce con sagacidad, inteligencia y una fuerte dosis de compromiso.

Trabaja a partir de la idea de que "todos tenemos un aura', y la tarea del buen fotógrafo es lograr que esa energía que cada uno lleva dentro pueda irradiarse"; desde esa perspectiva se propone observar el mundo: observando a la gente y sus circunstancias.

Nieto e hijo de ópticos, tuvo un acceso precoz a todo el material que se utilizaba en la fotografía de hace más de 50 años: "Y cuando tenía 10 años empecé a sacar fotos y a tener idea de los factores que se conjugaban para producir 'el milagro'".

Empezó haciendo retratos "ponía el acento en los rostros porque ya entonces me interesaba transmitir las sensaciones que trasuntan" y de a poco abandonó el primer plano absoluto para interesarse también por lo que había detrás.

"Si en un principio le tenía miedo a la intromisión, de a poco me fui dando cuenta de que necesitaba ponerme física y emocionalmente en el lugar de los fotografiados para conseguir una imagen que en verdad los represente", subraya.

Así se produjo la primera aproximación a los contextos de las personas, cuando realizó la serie “La muerte de la muerte”, que realizó durante la última dictadura: "Fue una forma de sacudirme la opresión que me destruía".

Milagrosamente, visto a la distancia, aquel trabajo esquivó los brazos ejecutores que amenazaban por entonces, y significó un aporte que muchos calificaron como un trabajo de gran impacto acerca de la disolución de la memoria".

Aquel trabajo puso su nombre en un primer plano y dio pie, más adelante, a otros que obtuvieron un gran reconocimiento incluso fuera del país, como en el caso de "Gente en su casa", retrato de personajes representativos de distintos grupos sociales.

Sobre la fotografía

Un paso más adelante se ubica el trabajo que presentará en Río Cuarto en agosto, "Vivir en la Tierra”, al que define como la ampliación del espectro hacia los sectores populares, siempre con el afán de mostrar a la criatura humana al completo.

"Tuve la suerte de contactarme con la ONG Techo y a través de su estructura fui encontrándome con los lugares y las gentes que son la parte fundamental de esa serie, cuyas circunstancias son el sustrato de las imágenes que he recogido", dice.

Con ellos, en cada serie de fotografías se fue generando lo que Andy llama "una comunidad espiritual transitoria" que es lo que, a su juicio, explica la potencia de las imágenes que la componen, la intensidad humana que expresan.

Tan interesante como imaginar esa serie que en agosto podremos conocer en Río Cuarto es compartir algunas reflexiones de Andy Goldstein sobre el hecho fotográfico, sobre lo que hace la fotografía al congelar un momento del devenir.

"La fotografía, al atrapar un momento, lo transforma en pasado, lo fotografiado es algo que ya sucedió. Y sin embargo hay algo en ella que sigue fluyendo y cuando la miramos con el tiempo esa fotografía nos revela algo diferente a lo que nos parecía definitivo".

Dice que lo que lo atrapa de la fotografía es esa capacidad para descubrir resquicios, fisuras, que pueden no ser evidentes en el instante del registro, y que suele aparecer aunque el modelo, que siempre quiere 'salir bien', haga lo posible por evitarlo".

El gran desafío es sobrepasar la pose, "registrar no lo que se quiere ser, lo que se quiere aparentar, sino lo que es esencialmente, el espíritu humano en todo su esplendor, cualquiera sea la sensación que ese ser humano transmita".

Claro que es consciente de que en la fotografía hay una relación compleja entre el fotógrafo y el fotografiado: "Los fotógrafos miramos y somos mirados por lo que fotografiamos, es una relación dialéctica: queremos ver y queremos mostramos a través de lo que vemos, o de cómo queremos que nos vean".

 

Ricardo Sánchez, Diario Puntal. 22 de diciembre de 2013.

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