Durante el Renacimiento, la transmisión del conocimiento se basaba en gran medida en el modelo maestro-alumno. El conocimiento se transmitía mediante la relación directa entre un maestro y sus aprendices, como sucedía en los talleres de Leonardo da Vinci o Michelangelo.

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Estas "clases particulares" que estoy impartiendo están inspiradas en el profundo vínculo maestro-discípulo, característico del Renacimiento, pensado como un modelo de aprendizaje personalizado y guiado, en el que un experto comparte sus conocimientos, experiencia y habilidades con un aprendiz a través de una interacción directa y cercana.

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En síntesis, el aprendizaje se adapta al ritmo y necesidades del discípulo; existe un intercambio continuo de preguntas, respuestas y retroalimentación; más allá del conocimiento técnico, se comparte una visión sobre cómo abordar el trabajo o el arte y, sobre todo, el maestro no solo enseña habilidades, sino que también inspira y motiva.

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