Notas & Reportajes: El niño y sus juegos
Una de las fotos del libro "El niño y sus juegos"
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Diario La Prensa. Argentina. 10 de marzo de 1974
EL NIÑO Y SUS JUEGOS
Arminda Aberastury. Editorial Paidós. Talleres Gráficos Buschi. Buenos Aires. 86 páginas ilustradas.
Por Silvia Méndez
Arminda Aberastury, alta figura del psicoanálisis infantil en la Argentina, y una de las más destacadas de América latina, se propuso en este libro referirse solamente al juego en el niño normal, puesto que previo a este trabajo, lo que se había escrito desde el punto de vista psicoanalítico acerca del juego, se relacionaba con niños que padecían conflictos o tenían serias enfermedades. Ella expone aquí cuáles son los juegos y qué actividades realizan los niños, en las distintas etapas de su desarrollo evolutivo, lo que acompaña con un extraordinario material fotográfico captado por Andy Goldstein.
Después de una explicativa y acabada parte introductoria, en la que además de temas técnicos comenta el porqué de la publicación de este libro (responder a la solicitud de uno de sus hijos acerca de qué lectura podría consultar para tratar en un programa televisual, el significado del juego en cada edad), nos presenta interesantes temas referidos a las actividades lúdicras del niño, desde el nacimiento hasta la adolescencia.
Escribe Arminda Aberastury que el niño trae al nacer la expectativa de qué tipo de madre le vendrá al encuentro, y si se combinan ese hijo que necesita madre, con una madre dispuesta a entregarse, se da la gozosa experiencia de una maternidad feliz. Lo mismo ocurre con la paternidad, porque con igual intensidad con que necesita una madre, precisará del padre, que es quien le va a permitir encontrar una fuente de identificación masculina, imprescindible tanto para la niña como para el varón. Alrededor de los cuatro y cinco meses, explica, comienza el niño a jugar y empieza a controlar sus movimientos; juega a las escondidas con las sábanas, al abrir o cerrar sus ojos, tiene el mundo o lo pierde, con el sonajero, que es el primer juguete que se le ofrece, también hace aparecer y desaparecer algo: los sonidos. Entre los ocho meses y el año, además de manifestarse en los juegos las diferencias anatómicas de ambos sexos, el niño comienza a gatear, ampliando de este modo el mundo que lo rodea, y realizando una profunda exploración de los objetos circundantes. La autora sugiere brindar aquellos juguetes que por su facilidad de manipulación ayuden al niño en la función específica del juego, que es la de poder elaborar situaciones conflictivas. La entrada al colegio, y los juegos de lotería, ludo, dominó, ofrecen al niño una nueva visión del mundo, en el que competir es sinónimo de destruir, y pasará un largo tiempo hasta que admita una perspectiva nueva de competencia, en la que tendrá cabida la igualdad; el empate. Al llegar a la adolescencia, el joven se despide no solamente de sus juguetes, sino también de su cuerpo infantil, lo que agregado a otras crisis de esta edad (religiosas, políticas, sociales), lo sumen a una tarea a la que enfrenta con real expectativa. Cuando juega, el niño desplaza al exterior sus angustias, miedos, temores, y a través del juego los domina, a veces cambiando una situación que en la realidad le resultó penosa, otras permitiéndose realizar acciones que en su vida cotidiana le fueron prohibidas.
La obra dejada por Arminda Aberastury para el entendimiento de los problemas infantiles, no solamente quedará viva en todos aquellos que tuvimos la suerte de estudiar de sus obras, sino para todos los que tienen en sus manos la inagotable y satisfactoria tarea de ser padres y conocer a sus hijos.
Por Silvia Méndez