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Notas & Reportajes: Niños, juegos y psicofotografía

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Reproducción de la nota publicada por la revista Confirmado en 1968.

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Revista Confirmado. Buenos Aires, Argentina. 25 de julio de 1968

ASOCIACIONES

A ley de juego...

Arminda Aberastury: El niño y sus juegos (Editorial Paidós, Buenos Aires, 86 páginas).

Que a través de los juegos el niño expresa sus ansiedades y los movimientos más secretos de su vida subconsciente, es una conclusión con la que el tan citado como poco leído Sigmund Freud inquietó a sus contemporáneos de fines del siglo pasado, destruyendo para siempre lo que la poltronería filistea calificaba como dorado mundo de la infancia. Partiendo de las mismas bases teóricas, Arminda Aberastury —una de las máximas autoridades del psicoanálisis infantil— logra, en el pequeño tomo editado por Paidós e ilustrado con excelentes fotos de Andy Goldstein no sólo un aporte enriquecedor al conocimiento del mundo infantil sino también la construcción de un verdadero diccionario de juegos infantiles y sus significados profundos. Una colección de pequeños textos que analizan las etapas culminantes de cada estadio del desarrollo del niño no aspira a ser —y la autora lo aclara ya en el prólogo— otra cosa que un material apto para ser aprovechado por cualquier padre o maestro. Con todo, El niño y sus juegos es el resultado de una larga y profunda aventura, que comenzó para la autora 26 años atrás. Por ese entonces, la sola palabra psicoanálisis podía hacer temblar a un integrante medio de esa mastodóntica clase también media que, hoy por hoy, la usa a destajo, a cada momento. En esos 26 años, Arminda Aberastury apenas pudo darse cuenta de cómo su técnica iba convirtiéndose en moda contemporánea: menos espectacular que algunos juegos vagamente científicos, que ciertas experiencias altisonantes, su trabajo mereció no demasiadas veces los honores de la publicidad. Lo que, de alguna manera, importa poco: los resultados de esa labor silenciosa comienzan, seguramente, a vislumbrarse recién ahora. Porque, en su aparente simplicidad, las ideas contenidas en El niño y sus juegos se prestan para futuras profundizaciones.

Pero no sólo el rigor científico y la experiencia profesional parecen haber contribuido a la creación de este pequeño libro apasionante: también la mera casualidad, el azar. A ese dios pertenece la responsabilidad del encuentro de la psicoanalista y el fotógrafo Goldstein. “No fue necesario explicarnos; él me mostró algunas fotos de niños y yo le di mi texto”, cuenta la autora. El resultado es una completa unidad de expresión, que contribuye a poner las ideas fundamentales al alcance de lectores no especializados.

"Freud sostuvo que un niño juega no sólo para repetir situaciones placenteras sino también para elaborar las que le resultaron dolorosas o traumáticas. Que las situaciones traumáticas aparecen en el juego del niño lo comprobaría en mi labor diaria, pero también me interesaba ver qué relaciones entre la maduración y el desarrollo motivaban la aparición o desaparición de un juego a una edad determinada”, narra Aberastury. Que esa larga investigación haya podido ser resumida en cortos y simplísimos textos desprovistos de tecnicismos, se parece bastante a un milagro. Más exactamente, prueba otra vez que la sabiduría y la sencillez son parientas cercanas. “Tal vez lo más conmovedor que me ocurrió con este libro es que una antigua cocinera a quien se lo envié, acaba de escribirme contándome que leerlo le ha resultado muy útil para entender a su chico, de cinco años”, explicó la autora, para subrayar el carácter de texto de divulgación que tiene su libro. M.E.

M.E. Revista Confirmado. 1968

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